domingo, 9 de noviembre de 2008

La virgen de la soledad


Alex había pasado la mayor parte de su vida, desde que empezó a conocer las calles y lo que en ellas se cocía, rodeado de gente. Gente amiga en cada una de sus etapas, caras que se iban sucediendo en el tiempo. Gente que lo decepcionó, gente que pasó desapercibida, gente que lo marcó, y por razones no pensadas se fueron esfumando, gente que le jodió, gente que estuvo a su lado mucho tiempo, gente efimera, gente que tras el día a día pasaron de ser anónimas a recibir el apelativo de amigos. Personas de verdad y algún que otro hijo de puta.

Alex en el paso por la vida siempre iba del lado de una cara conocida. Y supongo que al ser animales de costumbres, Alex no concebía andar pasos si no era con alguien que siguiese lo suyos, o que le marcase el camino. Esa costumbre creó cierta dependencia. Dependencia a las personas. Dependencia que en tiempos de excased despertaba su mono. Alex durante años no tuvo marcados rasgos de personalidad, y si los tuvo, era facilmente moldeable. Se adaptaba con facilidad, siempre respetando ciertos límites impuestos por él mismo. Alex era un ser altamente sociable.

Lo último que recuerda en cuanto a este tipo de lazos fue una pareja que tuvo durante un largo periodo de tiempo. Eso pasó hace mucho. Habían pasado más de tres años desde que eso acabó. Y quizás fuera en ese momento cuando todo su mundo interior comenzó un profundo proceso de remodelación. A partir de ahí Alex empezó su reconstrucción. Comenzó a hacer sólo cosas que realmente le gustaban. Empezó a ir a los sitios donde realmente quería estar. Empezó a decir lo que realmente le apetecía. Fue rompiendo lazos de alienación. En esta etapa conoció el verdadero significado de la palabra no. Se volvió intransigente. Mostró su parte egoista, acallada durante años. E inevitablemente en esta nueva etapa, muchos se fueron quedando por el camino. A la gente, a veces ya no le sirves, cuando no hay intereses comunes. Esa misma gente tampoco te sirve a tí. Por supuesto tuvo sus momentos de vértigo, momentos en los que temía a la soledad, momentos en los que salía desesperadamente en busca de compañía. Pero poco a poco fueron menos, y ahora, bastante a menudo buscaba precisamente eso de lo que huía, estar solo.

Los que estaban a su alrededor percibieron sus cambios. La mayoría de la gente tiene poca capacidad de entendimiento. Era consciente de que no todo el mundo entendía esa postura, le jodió profundamente la actitud de esos que se creen que los amigos son posesiones, aunque tambien admiró a aquellos que le demostraron comprender lo que significaba la palabra respeto.

Alex no estaba contra el mundo, tan sólo se dedicaba a profundizar más en el suyo propio. Descubrió muchas cosas acerca de él mismo. Cosas que durante mucho tiempo habían estado recluidas en lo más profundo de su ser en pro de vaivenes ajenos.

Hacía ya mucho tiempo que pasaba gran parte de su tiempo solo. La elección de estar o hacer cosas en sociedad era solo suya, y la mayor parte de las veces rehusaba. Tan solo las horas que pasaba en el curro le obligaban a relacionarse a veces más de lo que le hubiese gustado. Aún así, se escabullía la mayoría del tiempo, y además contaba con la ventaja de tener su propio lugar de trabajo separado del resto.

Esta nueva etapa le reconfortaba. Al mismo tiempo, en algún lugar dentro de él, residia ese jodido temor a que algún día esa soledad que ahora estaba eligiendo se volviese contra el para convertirse en soledad impuesta. Nadie dice que no haya que arriesgarse, y si lo dicen, Alex se lo pasaba por el forro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No había tenido hasta ahora el placer de leerte y, debo reconocerlo, me ha encantado lo que he leído. Si me permites, seguiré haciéndolo.

Gracias

Belen dijo...

Avatar, Gracias. Eres bienvenido a mi rinconcito.
Saludos