viernes, 12 de diciembre de 2008

El castigo


Le supliqué que volviese. No podía soportar la idea del abandono. En el momento en el que desapareció se apoderó de mí una enorme angustia. Es la misma sensación que sientes cuando caes al vacío, e intentas encontrar desesperadamente algo que frene la caida o al menos que la ralentize y amortigue el golpe. Sientes miedo. Era mi castigo. Me había portado mal y él había actuado en consecuencia. Ahora estaba expresando como me sentía. El se desentendía de todo. Su principal máxima era no ser culpable de ningún mal ajeno. Lo que tienes te lo has buscado. Lo que te pasa solamente depende de tí. Lo que sientes es tuyo, y a mí no me vengas con historias porque yo no tengo nada que ver. Su conciencia tranquila. La mía aniquilada. Mi alma congelada y destrozada en mil pedazos que se clavaban como agujas de budú.

La desesperación se apodera de las personas. El amor propio desaparece entre palabras de súplica. La angustia se instala en tu cabeza, y no te deja pensar, no te deja actuar, no te deja reir, no te deja vivir.
Mi pecado, haber dicho algo fuera de lugar en un sitio inadecuado. A partir de ahí la tortura. Siempre tan frío, tan racional, ni una palabra mas alta que otra. Hiriéndome con la indiferencia. Todo tan desproporcionado.

Fueron días de profunda tristeza, de vacío. Días de nubes negras. Días de mucha gente a tu alrededor y de sentirte sola. Días de burbuja. De vacío que me hacía recalar más y más en el oscuro agujero de la falta de orgullo. A toda costa necesitaba ser vista. Con todos los medios a mi alcance intenté llamar su atención. Expresaba eso que en estas ocasiones tienes que tragar. Reventaba si me callaba. Era puro instinto de supervivencia.

Y volvió. Y aunque sabía que su vuelta no serviría de nada, en ese momento me reconfortó. Ahuyentó fantasmas. Desapareció el miedo. Se palió la angustia. Llegó. Pocas palabras. No había que hablar del tema. Nos quisimos, nos amamos, y se fue por el mismo lugar por el que entró. Después nada más se supo.

Y te planteas si la vuelta y posterior desaparación era parte del castigo. Y te planteas hasta donde es capar llegar el sadismo humano. Y te planteas como pueden ser tan dispares las palabras y los hechos.
Y eres consciente de todo. Eres consciente del maltrato a la mente, del maltrato al alma, del maltrato al corazón.
Y te preguntas hasta cuando. Y sigues adelante. Y aprendes.

viernes, 28 de noviembre de 2008

I don´t like...

Estar ahora mismo aquí. La hipocresía del que te sonríe para después despellejarte sin escrúpulos. La mentira. La indiferencia que te pega en la cara cuando al menos esperas desprecio. El desprecio. Los aires de superioridad. Las miradas por encima del hombro. Las otras miradas que te perdonan la vida. Los que utilizan al resto en beneficio propio. Las horas muertas. Escuchar esa música que rompe mis tímpanos. Estar en ese lugar rodeada de gente que nada tiene que ver conmigo. Los esclavos de una imagen llamativa para ser el centro de todas las miradas. Aquellos o aquellas que babean por los anteriores. El olor se ese perfume. Los cerebros vacíos. Ese bar que me provoca náuseas. Los que hablan sin parar sin decir nada. Los gritos. Los que creen saber de todo y no saben nada. Que no me escuchen. Los que no ven más allá de su ombligo. Los que se cuelgan medallas a base de méritos impropios. Esos que pretender ser continuamente el centro de atención utilizando cualquier tipo de arte que se le ocurra a su reducido intelecto. Que no me entiendas. La impotencia. El miedo que te paraliza. Que toques mis cosas. Que invadas mi espacio. Los que creen estar en posesión de la verdad absoluta. Los que no tienen dudas. La ordinariez. Que me den órdenes. La obediencia absoluta. Aquel que continuamente se baja los pantalones sin ser capaz de decir no. Los que venden su alma al diablo por subir un peldaño más en la pirámide de poder que representa la subnormalidad más absoluta. Las bajadas de mi montaña rusa. Descargar mi ira con los que menos se lo merecen. Las palabras que llegan al corazón como punzón que pica hielo descuartizándolo en mil trozos. Ese nudo que a veces no te deja respirar. Despertarme y hacerme consciente de lo que pasó ayer. El miedo a no saber continuar. No verte.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Casas de cartón.

Nueva ola de frío en el país. La mayoría de los ciudadanos rehúyen la calle. Muchos de ellos basan su vida en estos días en un simple ir y venir a sus puestos de trabajo, arropados con gorros, bufandas y abrigos hasta los dientes. Deseosos de entrar en esos grandes edificios armados de potentes aparatos calefactores, para una vez terminada la jornada volver a sus dulces hogares donde las calderas no dejan de funcionar. La llegada de la noche. El nuevo descenso de temperaturas. Sentirse reconfortados. Posar nuestras manos sobre esa ventana fría haciéndonos conscientes de que no nos afectará demasiado lo que ocurre de ella hacia fuera, lo que ocurre en las calles. Personas cobijadas bajo el cálido techo de sus casas.

El frio azota a la población. Quien repartió las condiciones de vida se olvidó del término equidad. El frio azota a la población, pero no del mismo modo a todas las personas. A ti y a mí nos bastará llegar a casa, enfundarnos en esa manta, prender esa chimenea o simplemente apretar un botón. Esa historia ya no irá con nosotros. El descenso de temperaturas no afectará a nuestra supervivencia. Rechinar de dientes, sensación de angustia, paralización de las funciones vitales, entumecimiento, hipotermia, muerte. Nosotros no moriremos de frío.

Pero existen las cifras. Cifras que cuentan de manera creciente el número de personas que forman esa parte de la población vulnerable al antojo de los cambios climáticos. Esa parte de la población a la cual le ha tocado malvivir por debajo del umbral de pobreza. De esas personas que carecen de esos calefactores, de esas calderas, de ese botón que pone on, de esas chimeneas. Esas personas que carecen de techo. Solo en la capital de nuestro país más de 700 personas no tienen un hogar donde vivir. No tienen un techo bajo el cual refugiarse. Montones de personas abocadas al antojo de los grados centígrados. Montones de personas que construyen las paredes de sus refugios con cuatro cajas de cartón. Refugios de supervivencia construidos sobre grandes ciudades que presumen de modernidad. Refugios de cartón rodeados de lujosos edificios con escaparates ostentosos. Refugios que algún día los dirigentes intentarán erradicar de las calles en pro de una buena imagen. Personas que han cambiado sus reconfortables abrigos por papel de periódico que cubre sus cuerpos para protegerse del ataque frontal del invierno. Indigentes, personas, que por ningún factor externo, dejan de ser personas. Indigentes, esos que dirigen hacia ti su mirada de hielo, y que aún son capaces de esbozar una sonrisa.

Cuando todo esto ocurre, pienso en irme a mi cama, mientras observo la cruda realidad al otro lado del cristal frío de mi habitación.

Escalofrío. No el que ellos sienten. Sino el que debería recorrer el cuerpo de todos y cada uno de los que somos cómplices de esta situación. Derecho a una vivienda digna. Hay que joderse.

No es demagogia, es la puta realidad.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

MARTES MUSICA

Boquiabiertos, extasiados. Sumergiéndonos en un mar lleno de peces de colores, de algas sin forma bailando al son de las corrientes submarinas, de rayos de luz atravesando superficies. Vuelos sobre montañas nevadas con los brazos extendidos, sintiendo la brutal belleza de cada una de las notas, como paisajes imposibles, para cada uno de nuestros sentidos. Así nos dejo anoche Lourdes Hernández, acompañada de sus dos músicos Charlie Bautista y Manuel Cabezalí. Así nos dejó Russian Red.

El espacio no podía ser más idóneo. Aforo muy limitado. Acústica perfecta. Voz cálida, dulce, al mismo tiempo que desgarradora, la que sale del cuerpo de esta chica tímida. A veces casi susurros. Otras, sobrepasando las notas musicales. Temas que en directo se hacen más fuertes si cabe, poderosos, tanto que logran abstraerte. Se sintió cómoda, le gustaba el lugar donde estaba tocando. Lo dijo.

Desgranó los temas de su álbum debut I Love Your Glasses, y lo aderezó con seis temas no incluidos en su disco. Gone, play on. Si he de elegir, me quedo con este. Regalo de dos bisses ante la demanda producida por el sonido de cientos de zapatos golpeando el parquet de la sala. Nunca la habían reclamado de esa forma. También lo dijo.

Le gustó nuestra ciudad, a nosotros nos gustó ella. Nos gustaron sus canciones, nos gustó su forma de interpretarlas.

El color, rojo ruso. Sin duda de una intensidad sublime.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Cronica de una muerte anunciada


Desde que llegó a la oficina ese viernes le resultó distinto a otros muchos que había pasado allí. La semana laboral había sido totalmente atípica tras su dos días intermedios de vacaciones. Ese viernes tenía tintes de lunes, la sensación tras dos días de descanso era que empezaba una nueva semana, pero al pensar en lo que realmente significaba ese día, se daba cuenta de que sólo después de pasadas unas cuántas horas, menos de las habituales, debido a la jornada reducida de los viernes, volvería a ser libre un par de días más. Pensar en ello y hacerse consciente de la realidad por una vez resultaba positivo.

Pero las sensaciones que tenía no se debían simplemente a una alteración de la rutina, ese viernes iba a ocurrir algo.

Su empresa, desde hacía meses, no pasaba por buenos momentos. La crisis que afectaba a la gran mayoría, también había aterrizado en ella. Y si unimos la mella económica producida en sus grandes arcas por el descenso de las ventas con la actitud de los grandes dirigentes sobre la cabeza de los cúales tan sólo planeaba la idea de salvar sus culos, el resultado era lo que allí se estaba viviendo desde hacía un tiempo. Recortes de gastos que afectaban en primera instancia al personal. La plantilla se había visto drásticamente reducida en un periodo de tiempo relativamente corto. Evidentemente la actividad se había reducido, pero la gran incógnita era si esa disminución era inversamente proporcional al número de cabezas cortadas. El sabía la respuesta. El sabía que era una estrategía más, en la que su empresa, como otras muchas del país, "utilizaba" esa crisis como base y fundamento de sus actuaciones. El pensaba que había que ser muy hijo de puta para realizar una serie de acciones coartadas por motivos que en la realidad sí que estaban jodidendo a muchos, a los pequeños, a los que llevaban meses y meses sin percibir ingresos, a los que seguían currando porque más vale tener la esperanza de que algún día los que deben saldarán sus deudas que el no tener expectativa alguna de nada, a los ahogados por las hipotecas, a los que la miseria estaba devorando de manera inversa a lo que ellos podían llevarse a sus bocas.

Pero ese día ocurriría algo. A él ya le habían hablado mil veces de que su puesto de trabajo desaparecería. A simple vista no tenía sentido que existiese un departamento de personal en una empresa que reducía a pasos agigantados el número de empleados. Y si otros muchos habían caido, no había nada de especial que le hiciese pensar que se salvaría de la quema. Él había pensado infinidad de veces en el momento en el que llegase esa situación. Había pensado infinidad de veces en las alternativas que se abrían a su paso en el momento de ser libre. Había divagado sobre las distintas posibilidades de vida que se ponían delante de sus ojos a partir del mismo instante en que firmase su carta de despido. Había tenido tiempo para asimilarlo y digerirlo todo. En determinados momentos, respirando el olor a mierda permanente y creciente que allí reinaba, incluso había ansiado que llegase ese momento.

Ese viernes enrarecido, le comunicaron que en una semana debería abandonar su puesto de trabajo.

Y en ese momento, y a pesar de ser la crónica de una muerte anunciada, y a pesar de haber deseado que pasase, y a pesar de estar ahogado por la imbecilidad respirada durante años en esa jauría de lobos, en ese momento, sintío vértigo. "El vértigo es algo diferente del miedo a la caida. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados"

No conocía lo que era no trabajar, desde antes de terminar sus estudios y día tras día desde hacía mas de diez años, había acudido a su puesto de trabajo. Primero a uno, después al otro. No tenía claro cual iba a ser su futuro, había una extraño morbo en todo el asunto que al mismo tiempo que le asustaba le atraía.

Ese viernes finalmente tuvo el tinte amargo de cualquier lunes, pero también la sensación esperanzadora de la antesala de un fin de semana cualquiera.

I´m lost in words


domingo, 9 de noviembre de 2008

La virgen de la soledad


Alex había pasado la mayor parte de su vida, desde que empezó a conocer las calles y lo que en ellas se cocía, rodeado de gente. Gente amiga en cada una de sus etapas, caras que se iban sucediendo en el tiempo. Gente que lo decepcionó, gente que pasó desapercibida, gente que lo marcó, y por razones no pensadas se fueron esfumando, gente que le jodió, gente que estuvo a su lado mucho tiempo, gente efimera, gente que tras el día a día pasaron de ser anónimas a recibir el apelativo de amigos. Personas de verdad y algún que otro hijo de puta.

Alex en el paso por la vida siempre iba del lado de una cara conocida. Y supongo que al ser animales de costumbres, Alex no concebía andar pasos si no era con alguien que siguiese lo suyos, o que le marcase el camino. Esa costumbre creó cierta dependencia. Dependencia a las personas. Dependencia que en tiempos de excased despertaba su mono. Alex durante años no tuvo marcados rasgos de personalidad, y si los tuvo, era facilmente moldeable. Se adaptaba con facilidad, siempre respetando ciertos límites impuestos por él mismo. Alex era un ser altamente sociable.

Lo último que recuerda en cuanto a este tipo de lazos fue una pareja que tuvo durante un largo periodo de tiempo. Eso pasó hace mucho. Habían pasado más de tres años desde que eso acabó. Y quizás fuera en ese momento cuando todo su mundo interior comenzó un profundo proceso de remodelación. A partir de ahí Alex empezó su reconstrucción. Comenzó a hacer sólo cosas que realmente le gustaban. Empezó a ir a los sitios donde realmente quería estar. Empezó a decir lo que realmente le apetecía. Fue rompiendo lazos de alienación. En esta etapa conoció el verdadero significado de la palabra no. Se volvió intransigente. Mostró su parte egoista, acallada durante años. E inevitablemente en esta nueva etapa, muchos se fueron quedando por el camino. A la gente, a veces ya no le sirves, cuando no hay intereses comunes. Esa misma gente tampoco te sirve a tí. Por supuesto tuvo sus momentos de vértigo, momentos en los que temía a la soledad, momentos en los que salía desesperadamente en busca de compañía. Pero poco a poco fueron menos, y ahora, bastante a menudo buscaba precisamente eso de lo que huía, estar solo.

Los que estaban a su alrededor percibieron sus cambios. La mayoría de la gente tiene poca capacidad de entendimiento. Era consciente de que no todo el mundo entendía esa postura, le jodió profundamente la actitud de esos que se creen que los amigos son posesiones, aunque tambien admiró a aquellos que le demostraron comprender lo que significaba la palabra respeto.

Alex no estaba contra el mundo, tan sólo se dedicaba a profundizar más en el suyo propio. Descubrió muchas cosas acerca de él mismo. Cosas que durante mucho tiempo habían estado recluidas en lo más profundo de su ser en pro de vaivenes ajenos.

Hacía ya mucho tiempo que pasaba gran parte de su tiempo solo. La elección de estar o hacer cosas en sociedad era solo suya, y la mayor parte de las veces rehusaba. Tan solo las horas que pasaba en el curro le obligaban a relacionarse a veces más de lo que le hubiese gustado. Aún así, se escabullía la mayoría del tiempo, y además contaba con la ventaja de tener su propio lugar de trabajo separado del resto.

Esta nueva etapa le reconfortaba. Al mismo tiempo, en algún lugar dentro de él, residia ese jodido temor a que algún día esa soledad que ahora estaba eligiendo se volviese contra el para convertirse en soledad impuesta. Nadie dice que no haya que arriesgarse, y si lo dicen, Alex se lo pasaba por el forro.

martes, 4 de noviembre de 2008

The secret life of words

Claudia estaba demasiado sensitiva. En realidad era un rasgo que, aún no se si afortunada o desafortunadamente, la acompañaba bastante a menudo. Pero en ese momento, se acrecentaba en intensidad. Lo había llevado bien en los últimos días, pero debido a esa jodida manía suya de darle al rewind releía algunas cosas y escuchaba algunos temas que en su día la hicieron navegar por el mar de los sueños. Y es que no se entera de que el pasado hay que dejarlo estar. Que para melancolía la que se vive en cada instante y la que aún está por venir. La jodida manía de revolcarse en el estercolero de los sentimientos. La cuestión es que se encontraba navegando de nuevo, montada en su barco de ilusiones. En ese momento resistir era el verbo que se convertía en su peor enemigo. Y nunca se ha caracterizado por oponer resistencia a los deseos. Dejarse llevar suena demasiado bien, se repetía.

El se encontraba al alcance de su mano, tan solo bastaba con apretar ciertas letras en determinado orden y esperar una respuesta. Claudia necesitaba la dosis suficiente de calor que eliminase la ola de frio que azotaba su alma. Hubo respuesta. Lo que encontró alivió, no curó. Ella necesitaba eso. También necesitaba algo más. Pensaba que si las historias no son más que ilusiones, sería tan fácil ganarle a la evidencia…

Tres horas después una parte de ella se quedó calmada, reconfortada, otra se lo reprochaba.

Quizás debería aniquilar a su conciencia, esa que le enseña de forma tan tajante como es la realidad de las cosas, esa que le esclarece determinados asuntos aportando tanta luz que resulta imposible dejar espacio libre para la duda. Esa que le despierta a patadas. O quizás debiera otorgarle un lugar más privilegiado, como guardiana preventiva de agonías.

Se me olvidó decirle a tu boca, no te vayas.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Sucede

Yo viajaba en la parte trasera, conductor y copiloto. En ese habitáculo tan pequeño y concurrido parecía difícil llegar al aislamiento. Mi cabeza estaba aturdida, demasiadas pocas horas de sueño la noche anterior, demasiado alcohol, y demasiados eventos surrealistas pasaban por mi cabeza. Logré sumergirme en mi burbuja, y durante casi dos horas sentí que estaba lo suficientemente sola como para dejar escapar mis pensamientos. A lo lejos escuchaba las notas musicales que emitían los altavoces situados a escasos palmos de mis oídos. Atardecía. El cielo era un maldito cuadro impresionista. El sol resistiéndose a irse, dejando escapar sus potentes últimos rayos antes de morir. Las masas de gotas de agua suspendidas en la atmosfera, creando formas increíbles, formas que me invitaban a aliviar el cansancio retozando sobre ellas. Esponjosas. Blancas. Insultantemente blancas. Casi incandescentes. Habían llegado las primeras nieves, y las montañas estaban empezando a cambiar sus atuendos de verano, por el frio manto blanco. El paisaje destilaba el placer de una orgía de la naturaleza. Siempre me ha gustado viajar en coche y mirar por la ventana.

Así llegamos a la ciudad de la Alhambra. Nada más bajar del coche, el aire frio azotó mi cara, confluyendo en ese momento sensaciones contrastadas. Por un lado un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo y por otro la sensación de libertad que te proporciona el frescor entrando por los ojos, por la nariz, por la boca, por cada uno de los poros. Granada me daba la bienvenida a la nueva estación.

Esta ciudad tiene embrujo, tiene algo demasiado especial. Sus calles, sus plazas, sus rincones, su sutil encanto, su gente. Gente tan anónima y al mismo tiempo tan familiar. Gente que lleva su particular forma de ver y vivir la vida por bandera. Sin joder a nadie más que al que se sienta ofendido ante tal expresión de libertad.

La noche dio paso a la multitud. Todos se agolpaban a las puertas esperando unas cuantas horas de buen rock. Todos pasaban ese tiempo de espera como mejor les venía en gana. La mayoría, grupos de amigos, compartiendo gustos comunes. Yo, adosada a dos, casi, desconocidos amigos. No me importó.

Durante aproximadamente dos horas y media escuché cada una de las frases de esas canciones, que para mí dicen mucho. Canté , grité, bailé. Y así, entre notas musicales, acordes de guitarras, voz potente recitando poesía, di la bienvenida a mi nuevo aniversario.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Game over

La ultima vez que se encontraron todo volvió a ser especial. A pesar de la resistencia mental de David, Ana volvió a seducirlo una vez más. El, tras el vacío encontrado después de todos y cada uno de los encuentros, había hecho acopio de todas sus fuerzas y se había prometido a él mismo que ahí terminaría todo. Se lo había propuesto una vez más.
Ana era una chica un tanto extraña, de la raza que solía hacer perder el norte a David. Se conocían desde hacía meses. Ella era tremendamente reservada, medía sus palabras de una forma exquisita. Ella era de esas personas que dicen mucho más por lo que callan que con sus palabras. No fue así al principio. Su tarjeta de presentación fue distinta, apelando a emociones brutales que removieron los cimientos sentimentales de David. Luego todo fue cambiando. Pero ya no había forma de salir, se encontraba atrapado en la red.
Se habían encontrado muchas veces. Todo siempre funcionaba igual. El esquema era simple. Emociones intensas y bestiales se desataban, deseos contenidos abrían sus alas y emprendían el vuelo hacia espacios infinitos. Ella era el puto centro de gravedad que lo atraía hacia sí y lo hacía perder todo razonamiento lógico. El era el satélite que se escapaba de su órbita para fundirse con el planeta alrededor del cual giraba. No existía sobre la faz de la tierra ningún elemento capaz de crear tanta energía, como la desprendida por esos cuerpos en fusión. En estas sesiones se mezclaban las más dulces palabras con el lenguaje más atroz. El fín era la extenuación. Después, era como si Ana se vaporizase, como si fuese engullida por el más negro de los agujeros, hasta su siguiente aparición. David se sentía descolocado una y otra vez. David gritaba, pero sus gritos no eran oídos. Hulló en muchas ocasiones, intentaba alejarse de ese mundo intangible, pero siempre era descubierto y lobotomizado de nuevo.
David nunca tuvo careta, desde el primer momento expuso su alma, mostró lo que esperaba. Ana en cambio era mas moderada, pero ofrecía el grado justo de atención para no matar las expectativas de David. Ella controlaba toda la historia, ella movía los hilos de esa marioneta con nombre. Crueldad. David se planteaba si ella la practicaba de forma consciente. Tejía su tela con una maestría absoluta, no dejando ningún cabo suelto. Y si los dejaba, tenía sus artes para hacer ver lo contrario. David a veces llegó a creer que dos mas dos eran cinco. Ana dificilmente se alteraba, control y frialdad eran adjetivos que la definían. Al final la mente de David quedaba aturdida llegando a sentir culpabilidad por sus exigencias. Sadismo. Este era el arte practicado por ella. Masoquismo. Esta era la respuesta ofrecida por él.
El último encuentro no fue distinto. Volvió a ser especial. Volvieron a derrumbarse los cimientos reconstruidos por David. Después no hubo sorpresas, Ana volvió a desaparecer. Y David, en intentos de curar su mal herida dignidad, comenzó a apilar los ladrillos de su muro. Nadie sabía si algún día se mantendría en pie.
Ana y David nunca se habían visto.

jueves, 16 de octubre de 2008

La Leyenda de Los Planetas

No existe el término medio, o los adoras o te sale urticaria solo con oir nombrarlos. Lo cierto es que no causan indiferencia antes los oidos ávidos de notas musicales.

Gracias a Radio 3, los que no pudimos estar anoche en el Auditori de Barcelona, pudimos seguir en directo el homenaje realizado por grupos de la escena independiente a los granadinos para conmemorar, sin intervención alguna de los homenajeados, el décimo quinto aniversario de la publicación del "Medusa EP" de los susodichos. Y como era de esperar, críticas para todos los gustos.

Cada uno de los grupos interpretaría dos canciones elegidas por ellos mismos, y rompiendo el hielo Clovis, con uno de los temas estrella de la banda "De viaje". Fue Fino el que se encargó de ponerle voz al tema, mientras Cristina tocaba de espaldas, en homenaje a la tímida May. En el turno de ella "Nunca me entero de nada". Les siguieron Pumuky, con los temas "David y Claudia" y "Que no sea Kang, por favor". En tercer lugar, Manos de Topo, adaptando totalmente a su peculiar estilo los temas "Db" y "Linea 1". Siguió Fantasma 3 con "Segundo Premio". Un anárquico Nacho Vegas, interpretó dos temas exentos de la autoría de Los Planetas, uno de los cuáles era propio, y el otro una versión que en su día interpretó Jota de Nick Drave, "Cielo del Norte". Tachenko fueron los primeros que eligieron tema del ultimo trabajo de los de Granada "Reunión en la cumbre", para seguir con el tema que habla del suicidio de Ian Curtis "Desorden" . Le tocaba turno a sus paisanos, Lori Meyers, con los temas "Vas a verme por la tele" y "Nuevas Sensaciones". Y cerrando el telón, Lagartija Nick, comenzando con el tema que interpreta Antonio Arias con Jota en el single del mismo nombre "Santos que yo te pinte" y siguiendo con "Devuelveme la pasta".

No sé si esto es un producto de marketing, no se la admiración real de cada uno de los grupos hacia el homenajeado, y los intereses que pueden haber en eventos de este tipo, quizás sea nuestra amiga la pasta la mano que movió todo este tinglado, pero me quedo con el recuerdo a toda esa historia musical de 15 años, con las emociones despertadas por cada una de esas canciones que te trasladan tiempo atrás, y con la huella imborrable, como la baba de un caracol, que este grupo ha dejado a lo largo de su trayectoria. Y que continuará.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Empresas incompetentes

Aún, en una sociedad como la nuestra, donde, supuestamente, impera la democracia que se extiende desde las más altas esferas hasta cada uno de los rincones más insolitos del país, nos podemos encontrar con organizaciones, y en este caso me refiero a empresas privadas, donde se fomentan y avivan los principios y bases de la más absoluta de las dictaduras.

Lo que he visto me hace pensar que la empresa funcionará de acuerdo a las corrientes de pensamiento de los que se encuentran en la cúpula. Ellos marcan tendencias. Estos eligen a sus aves rapaces, dándole posiciones en los escalones más altos, primando la similitud en formas de pensar y actuar ante la profesionaldad. La mayoría de las veces no tienen ni que aleccionarlos, puesto que ya van aprendidos. Entre ellos se conocen, se distinguen. Se huelen. La arbitrariedad en la toma de decisiones es la práctica común. Esto provoca toda una cadena de infortunios, y de consecuencias negativas para el buen funcionamiento. La mayoría de las veces no se valora el trabajo del que permanece en la sombra, sino el acto insigne de colocarse la medalla en el lugar justo y en el instante adecuado. Es todo un círculo vicioso. Además, suele ocurrir que este tipo de aves carroñeras son gente incompetente, que no podrían destacar sobre el resto, si no fuese porque van pisando cabezas, porque escalan utilizando una pared humana, hundiéndola. La mayoría de las veces ellos mismos crean el problema, dan la voz de alarma, y al mismo tiempo encuentran la solución. Ahí tienes otra medalla. Sentirse superiores, eso es lo que les hace crecer. Creo que hay demasiados complejos escondidos debajo de todo esto.

El funcionamiento es lamentable. No existe una organización como tal. Las funciones son totalmente difusas. Algunos tienen el derecho, y el deber, de participar en todo. Los de arriba consienten, e incluso portencian, ese intrusismo en cualquier área. Se da poder al más inepto. Y este se encarga de sodomizar al resto.

Los trabajadores de base no son mas que meras unidades productivas, y los de arriba ni siquiera saben en qué invierten su tiempo. No les interesa. La mayoría de ellos no tienen nombre. Y no hablo de empresas con 500 trabajadores. Sirven de herramientas para alimentar egos.

Estamos en una sociedad en la que todo se compra, y por tanto todo se vende. Las personas también. Puros mercernarios.

Y ojo, que no critico a la empresa como tal. Esto no es un crítica al capitalismo. Está claro que son necesarias, que son el motor de las sociedades. Y que están ahí para ganar dinero. No es eso lo que critico. Lo que critico es la mala gestión basada en impulsos facistas.

Y detrás de todo estás tú, que miras con impotencia todo lo que ocurre en torno a ti, sin poder hacer demasiado. Miras como estás envuelto en toda esa mierda que criticas y de la que huyes en tu vida cotidiana. Y tienes que joderte. O pirarte.

I Like

Estar descalza. Mirar por la ventana. La piel salada. Tocar la hierba mojada. Un amanecer sin dormir. Estar sola. Radiohead. Las camisetas a rayas. Un cafe muy caliente cuando hace frio. Pegar la cara a ese cristal tras el que cae la lluvia. Los rayos del sol. La marea baja. Una puesta de sol en el Cabo de San Vicente. Los perros peludos. Un cielo estrellado. Bailar a solas. Cantar con la música bien alta. Ir a un cine antiguo. Las piedras húmedas nocturnas de Santiago de Compostela. Que me llames. El Village Green. Los días sin despertador. Tumbarme en la cama y mirar al techo. La nostalgia. Las sorpresas. Las ciudades con vida. Estar con gente. La luna muy llena y muy gorda. Madrid. Soñar dormida. Los tranvías. Pasear en bici por delante de esa catedral iluminada. Soñar despierta. Requiem por un sueño. Razzmatazz. Caños de Meca. No pensar. Reirme sola. Malasaña. Mi habitación. Sentirme cuidada. Sigur Ros. El Planta Baja. Leerme hasta las etiquetas de los champús. Gaudí. Observarte cuando no me ves. Dormirme mirando las estrellas. La playa cuando atardece. Otra puesta de sol en Zahora. Lisboa. Abstraerme. Que cantes para mi. Una hoguera. Tu pelo casi tapando tus ojos. Las miradas. Las conversaciones que no aburren y no acaban. El cine Albéniz. El humo de esa chimenea. Antony and the Johnsons. Que me digan que me quieren. El hielo derritiéndose. Mirar esas gotas de agua que resbalan. El frio. Un gorro de lana. Sentirme libre. El amor. La música del azar. Perderme en un pueblo aún más perdido. Una foto en blanco y negro. El mar enfadado. Barcelona. La ilusión de las pequeñas cosas. Pensar que para tí soy importante. Mi padre. Mi madre. El posmodernismo. Enseñarte como son las cosas. O hacerte ver como creo yo que funciona. Un bosque de noche. Llorar. Aprender. Escuchar el sonido del agua de ese rio que atraviesa el monte. Mi Alcazaba. El otro bar. Esa película que nadie va a ver. Esa otra que veo desde mi cama tapada hasta las cejas. Un abrazo. Pintar sobre un cristal empañado. Evadirme. Los canales. El bar de Joe. Las calles empedradas. Un baño antes de dormir. Granada. Tocar. Comprar discos. Las historias. Ver a ese grupo en directo. Escribir.

Bienvenido/a