miércoles, 15 de octubre de 2008

Empresas incompetentes

Aún, en una sociedad como la nuestra, donde, supuestamente, impera la democracia que se extiende desde las más altas esferas hasta cada uno de los rincones más insolitos del país, nos podemos encontrar con organizaciones, y en este caso me refiero a empresas privadas, donde se fomentan y avivan los principios y bases de la más absoluta de las dictaduras.

Lo que he visto me hace pensar que la empresa funcionará de acuerdo a las corrientes de pensamiento de los que se encuentran en la cúpula. Ellos marcan tendencias. Estos eligen a sus aves rapaces, dándole posiciones en los escalones más altos, primando la similitud en formas de pensar y actuar ante la profesionaldad. La mayoría de las veces no tienen ni que aleccionarlos, puesto que ya van aprendidos. Entre ellos se conocen, se distinguen. Se huelen. La arbitrariedad en la toma de decisiones es la práctica común. Esto provoca toda una cadena de infortunios, y de consecuencias negativas para el buen funcionamiento. La mayoría de las veces no se valora el trabajo del que permanece en la sombra, sino el acto insigne de colocarse la medalla en el lugar justo y en el instante adecuado. Es todo un círculo vicioso. Además, suele ocurrir que este tipo de aves carroñeras son gente incompetente, que no podrían destacar sobre el resto, si no fuese porque van pisando cabezas, porque escalan utilizando una pared humana, hundiéndola. La mayoría de las veces ellos mismos crean el problema, dan la voz de alarma, y al mismo tiempo encuentran la solución. Ahí tienes otra medalla. Sentirse superiores, eso es lo que les hace crecer. Creo que hay demasiados complejos escondidos debajo de todo esto.

El funcionamiento es lamentable. No existe una organización como tal. Las funciones son totalmente difusas. Algunos tienen el derecho, y el deber, de participar en todo. Los de arriba consienten, e incluso portencian, ese intrusismo en cualquier área. Se da poder al más inepto. Y este se encarga de sodomizar al resto.

Los trabajadores de base no son mas que meras unidades productivas, y los de arriba ni siquiera saben en qué invierten su tiempo. No les interesa. La mayoría de ellos no tienen nombre. Y no hablo de empresas con 500 trabajadores. Sirven de herramientas para alimentar egos.

Estamos en una sociedad en la que todo se compra, y por tanto todo se vende. Las personas también. Puros mercernarios.

Y ojo, que no critico a la empresa como tal. Esto no es un crítica al capitalismo. Está claro que son necesarias, que son el motor de las sociedades. Y que están ahí para ganar dinero. No es eso lo que critico. Lo que critico es la mala gestión basada en impulsos facistas.

Y detrás de todo estás tú, que miras con impotencia todo lo que ocurre en torno a ti, sin poder hacer demasiado. Miras como estás envuelto en toda esa mierda que criticas y de la que huyes en tu vida cotidiana. Y tienes que joderte. O pirarte.

I Like

Estar descalza. Mirar por la ventana. La piel salada. Tocar la hierba mojada. Un amanecer sin dormir. Estar sola. Radiohead. Las camisetas a rayas. Un cafe muy caliente cuando hace frio. Pegar la cara a ese cristal tras el que cae la lluvia. Los rayos del sol. La marea baja. Una puesta de sol en el Cabo de San Vicente. Los perros peludos. Un cielo estrellado. Bailar a solas. Cantar con la música bien alta. Ir a un cine antiguo. Las piedras húmedas nocturnas de Santiago de Compostela. Que me llames. El Village Green. Los días sin despertador. Tumbarme en la cama y mirar al techo. La nostalgia. Las sorpresas. Las ciudades con vida. Estar con gente. La luna muy llena y muy gorda. Madrid. Soñar dormida. Los tranvías. Pasear en bici por delante de esa catedral iluminada. Soñar despierta. Requiem por un sueño. Razzmatazz. Caños de Meca. No pensar. Reirme sola. Malasaña. Mi habitación. Sentirme cuidada. Sigur Ros. El Planta Baja. Leerme hasta las etiquetas de los champús. Gaudí. Observarte cuando no me ves. Dormirme mirando las estrellas. La playa cuando atardece. Otra puesta de sol en Zahora. Lisboa. Abstraerme. Que cantes para mi. Una hoguera. Tu pelo casi tapando tus ojos. Las miradas. Las conversaciones que no aburren y no acaban. El cine Albéniz. El humo de esa chimenea. Antony and the Johnsons. Que me digan que me quieren. El hielo derritiéndose. Mirar esas gotas de agua que resbalan. El frio. Un gorro de lana. Sentirme libre. El amor. La música del azar. Perderme en un pueblo aún más perdido. Una foto en blanco y negro. El mar enfadado. Barcelona. La ilusión de las pequeñas cosas. Pensar que para tí soy importante. Mi padre. Mi madre. El posmodernismo. Enseñarte como son las cosas. O hacerte ver como creo yo que funciona. Un bosque de noche. Llorar. Aprender. Escuchar el sonido del agua de ese rio que atraviesa el monte. Mi Alcazaba. El otro bar. Esa película que nadie va a ver. Esa otra que veo desde mi cama tapada hasta las cejas. Un abrazo. Pintar sobre un cristal empañado. Evadirme. Los canales. El bar de Joe. Las calles empedradas. Un baño antes de dormir. Granada. Tocar. Comprar discos. Las historias. Ver a ese grupo en directo. Escribir.

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